Comentario
La crónica en el espacio
Más de veinte accidentes importantes del Estrecho de Magallanes y regiones aledañas (Cabo del Espíritu Santo, Punta Delgada, Punta Anegada, Bahías de San Felipe, Santiago y San Gregorio, Puntas de San Isidro y San Vicente, Monte de San Simón, Cabo de San Gregorio, Bahía de Gente Grande, Cabo Boquerón, Puntas de San Valentín y Santa Ana, Río de San Juan, isla de San Pablo, Bahías de Lomas y Voces, Cabo de San Isidro, Canal Magdalena, Islas de Santa Inés y San Carlos. Estrecho Concepción, Golfo Trinidad, etc.), conservan los nombres que Sarmiento les otorgara. Puede afirmarse que, en líneas generales, los expedicionarios posteriores han sido respetuosos con la toponimia magallánica propuesta por Sarmiento en la Crónica. Hay que celebrar que ésta fuese utilizada en tiempo oportuno por aquéllos; así, las costas del paso más austral del planeta siguen relacionadas con el primer hombre que, en detalle, las reconoció.
El texto de Sarmiento impresiono, sin duda, por su precisión, a cuantos tras él, y consultando sus anotaciones, se aventuraron por las aguas sureñas americanas. Hasta que la expedición de Parker King las surcó no había en la zona ningún recuerdo dedicado al marino español. Fue su colega británico, reconociendo el mérito de quien con su escrito le guiaba por aquel laberinto meridional, el que bautizó un majestuoso pico fueguino (2.300 metros) con el nombre de Sarmiento. Así nos narra Charles Darwin su visión, el 9 de junio de 1834, de este monte preantártico:
Asistimos a un espectáculo espléndido: el velo de nubes que nos oculta el Sarmiento se disipa poco a poco y descubre a nuestra vista la montaña. Es una de las más altas de la Tierra del Fuego y mide 6.800 pies. Sombríos bosques cubren su base hasta un octavo próximamente de su altura total, cubriéndola hasta el vértice una sábana de nieve. Estas masas inmensas de nieve, que no se funden jamás, y que parecen destinadas a durar tanto como el mundo, presentan un grande ¿qué digo? un sublime espectáculo. La silueta de la montaña se destaca clara y bien definida. La cantidad de luz reflejada sobre la superficie blanca y lisa, impide que se vean sombras en todo el monte: no podemos, por lo tanto, distinguir más que las líneas que se destacan en el cielo, lo cual da a la masa admirable relieve, Muchos ventisqueros bajan serpeando desde estos campos de nieve hasta la costa; podría comparárselos a inmensos Niágaras congelados, y quizá estas cataratas de hielo azulado son tan bellas como las de agua corriente.
El explorador inglés realizó un acto de justicia al dedicar ese monumento mineral al hombre que aclaró para siempre la maraña magallánica. La crónica de su gesta, permanente en el tiempo y en el espacio --hoy mismo, con ella podría hacerse una segura navegación por aquellas aguas-- ha venido a convertirse en espléndido homenaje para el que la compuso.
En el Cabo Vírgenes existe un modesto recuerdo a Pedro Sarmiento de Gamboa. Con él no están colmados los reconocimientos a este héroe desdichado. Allí, donde la tierra por el austro se acaba el hombre del Sur, con quieta mirada de bronce, debería contemplar el lugar en que quiso, sin conseguirlo, vivir y morir. Esa deuda tiene con él España. Esa deuda tiene con él América.